Si tenemos una idea de negocio y decidimos para llevarla a cabo constituir una sociedad mercantil, hemos de pensar en la figura del administrador.
Un administrador se define como la persona responsable de optimizar y controlar los recursos existentes entre varios usuarios, esto es, gestionar… ¡¡¡SOCORROOOOO!!!
Hoy he empezado a escribir con la idea de incluir una nueva entrada en El Lexicón. Pretendía hablar del Administrador. PERO ME HE PARADO EN SECO.
Soy una mujer, soy feminista, de lo cual pongo a mis hijos por testigos, y cuando repaso lo que estoy escribiendo me asusto.
¡¡¡Sólo hablo en masculino.!!!
Ayer leí un artículo de la fiscal sobre violencia de la mujer, Susana Gisbert Grifo, «Conversas y conversos» y me vi totalmente reflejada en él. Os dejo el enlace por si queréis ojearlo.
http://www.tribunafeminista.org/2017/07/conversas-y-conversos/
Cuando escribo siempre lo hago en masculino y lo peor de todo es que lo veo hasta más profesional (lo que es la educación grabada a fuego). Me da reparo utilizar expresiones como; socios y socias, administradores y administradoras. Las pocas veces que las utilizo, las repaso mil veces para no ser gramaticalmente incorrecta o inventarme alguna palabra ridícula.
Recuerdo perfectamente cuando mi profesor de Lengua y Literatura, en el año 80, Carlos Alvarez Novoa nos explicaba la diferencia de género en la Gramática Española
«El masculino incluye al femenino, el femenino es excluyente».
Por supuesto que antes de hacerlo pidió disculpa a la parte femenina de la clase.
Fue la primera vez que medité sobre el tema.
A las mujeres se nos engloba, se nos diluye entre la multitud, y no contentos sólo con eso, ni se te ocurra equivocarte y meter a un hombre en el saco femenino, se puede herir con ello su hombría.
Sin embargo, aunque ha llovido bastante desde entonces sigo sin escarmentar, le hago más caso a las críticas que a mi corazón.
Unos, y por cierto también unas, dicen que aunque están de acuerdo con el lenguaje inclusivo en su esencia, ponen a la economía del lenguaje como argumento para su dispensa. Eso te lo dicen con tres televisores en su casa y dos coches aparcados en la puerta. Estamos todos inmersos en una poderosa sociedad consumista y ¿vamos a economizar precisamente en el lenguaje?
Otros dicen, y también otras, que nos inventamos palabras en femenino, palabras que eran masculinas en sus inicios, pero que con la incorporación de la mujer al mercado laboral pasan a tener femenino como; médica, música, concejala, fiscala, y es que hasta les suenan mal. Pues eso es la definición más clara del machismo.
Que lo que importa es centrarnos en el maltrato, en las mujeres asesinadas. Por supuesto que esto es infinitamente más importante, pero para conseguirlo hay que empezar desde abajo, desde la presencia de la parte femenina en nuestra cabeza y en nuestra voz.
Las palabras importan y mucho. Es nuestra forma más común de expresarnos, de definirnos, y es lo más inmediato que trasmitimos a las personas que nos rodean. Si queremos que los demás nos vean como mujeres, nos tenemos que nombrar como mujeres. Si queremos que nos tengan en cuenta como mujeres, lo primero es no avergonzarnos nosotras mismas de serlo.
Yo me uno, prometo ser conversa.